En la comunidad de San Jorge, la meliponicultura tiene una pequeña gran defensora: Alondra, una niña que cuida con cariño el santuario de meliponas de su familia y que nos recuerda que la conservación también se construye desde las nuevas generaciones.
Su interés por las abejas sin aguijón, su curiosidad y su amor por la naturaleza son un ejemplo del papel fundamental que tienen los niños y jóvenes en el manejo sostenible de nuestros recursos naturales. Son ellos quienes heredarán nuestros bosques, y verlos participar, aprender y asumir responsabilidades demuestra que el futuro de la Amazonía está en buenas manos.
La fuerza de nuestra actividad no está solo en la técnica, sino también en la transmisión de valores: respeto, cuidado, reciprocidad y compromiso con la vida del bosque. Cuando la niñez se involucra, la conservación se vuelve más fuerte y duradera.
Gracias, Alondra, por inspirar a tu comunidad y recordarnos que cada colmena cuidada hoy es un bosque protegido mañana. 









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